viernes, 18 de julio de 2014

Memorias de los Urrieles: Jou Tras el Picu - Fuente Dé.


Primer objetivo del día: la collada Bonita.


El que le puso el nombre estaba de un excelente humor, porque si no no se entiende. La subida desde Urriellu es de lo más asqueroso, la collada en sí no tiene nada destacable y las vistas están por debajo de la media de la zona. Aún así, a un lado el Picu y el Neverón de Urriellu, con el Jou Tras el Picu y la collada-dormitorio en primer plano:


(y si nos escoramos un poco, Torre Cerredo y compañía)


Y al otro lado el Cuchallón de Villasobrada, un monolito poco conocido supongo que porque se ve desde muy pocos sitios; el imposible valle de las Moñetas, por donde en su día bajara desde este punto junto con la muy noble, muy leal y muy montaraz Lola, siendo transportados posteriormente en un tractor hasta Sotres. Y detrás, el macizo Oriental.


Se va bordeando el Hoyacón de Villasobrada y algún otro hoyo en medio de un caos moderado por el que se avanza bien, sin altibajos excesivos, y vamos viendo el camino recorrido.


Y el mundo de las Moñetas, que eso sí que es caos del bueno. Por ahí en medio anda el lago famoso, vete tú a saber dónde. Yo creo que detrás de esa morrilla que se ve a duras penas en el centro-derecha de la foto.


Mención especial para este pico: La Morra, que es el que cierra el Jou Tras el Picu. Cada vez que recuerdo que el mítico Iturrioz pretendió un día que la ascendiéramos desde las Vegas de Sotres, con todas las Moñetas por el medio, me tiemblan las piernas. Llegamos un cacho más arriba del lago y tuvimos que dar vuelta, incapaces de progresar por aquel laberinto.
En otra ocasión, huyendo del excesivo tráfico del camino a la Collada Bonita me subí hasta la Horcada de Lebaniego (en el margen izquierdo de la foto), y ya que estaba allí intenté subir La Morra, con mochila y todo por si había un buen sitio para hacer noche arriba. Al poco de comenzar la ascensión me enrisqué vilmente, oí un grito como disuasorio y dí la vuelta. No había nadie; yo creo que fue la voz de mi conciencia sugiriendo que valía ya de hacer el mono.


Vamos llegando a la zona de Peña Vieja, la montaña más alta situada íntegramente en territorio cántabro. Y viendo allá abajo las inmensas praderías de Áliva, con el refugio-hotel. Rememorando, cómo no, la subida en 2010 desde Áliva por la canal del Vidrio (que en la foto ni se intuye, de pindio que está todo), siguiendo hasta la cumbre de Peña Vieja. Luego vino toda la película de La Morra y la canal de Lebaniego que también se comentó ayer. Gran jornada. O la nublada jornada con la joven grafista Sara cogiendo el valle del Nevandi, que se intuye a la derecha de la foto y tomando el camino que baja por el bosque hasta Fuente Dé, donde tuvieron que dejarnos subir en el teleférico por la cara, ya que nos habíamos dejado los dineros en el coche.



En realidad yo no quería llegar hasta aquí; me despisté, dejándome llevar por el camino a la Canal del Vidrio. Así que remonto por aquellas peñas improvisando hasta agarrar el sendero que lleva a la mítica Canalona, que es lo que se busca. Es esta la canal de acercamiento normal para las hordas que suben a Peña Vieja desde la estación del teleférico. Piedra suelta y terruño, pero comparado con la subida a la Collada Bonita, un paseo militar. Y un ambiente magnífico, con toda la zona del Llambrión enfrente y abriéndose la vista a medida que se baja. A rememorar se ha dicho. Empezando por el recorrido de anteayer entre Cabaña Verónica y Collada Blanca.


Y siguiendo con el recorrido de 1992 junto al gran Uliermo desde el Tiro Casares hasta Cabaña Verónica, parte de una memorable travesía de varios días entre Amieva y Fuente Dé. Ya llovió. O con el más reciente recorrido de 2012 con la joven grafista Sara desde el collado Verde hasta las minas de Altaiz, siguiendo por la pista minera a la Vueltona, a Cabaña Verónica y después a Urriellu. Todo ello viniendo de la vega de Liordes y habiendo ascendido a La Padiorna. Potente jornada, vive Zeus.


Pues a celebrarlo, se ha dicho. En la cafetería de la estación superior del teleférico a base de patatas fritas y huevos, el sueño del montañero. Y en vez de bajar en teleférico ("No...eso es lo que ellos esperan que hagamos") qué mejor colofón que localizar y bajar hasta Fuente Dé por las increiblemente bonitas, a la par que vertiginosas, sendas del Hachero y del Butrón. Ahí vemos en la foto un trozo de senda, sin peligro pero casi siempre al borde del precipicio. Y vemos más allá el zig-zag del comienzo de los Tornos de Liordes. Por ahí queríamos haber bajado en la mencionada travesía del 92, pero al leer en el libro que llevábamos de referencia que por este camino se despeñaron bien de carreteros con sus carretas en tiempos de la minería por estos parajes, el gran Uliermo decidió que le podían ir dando a este camino, y nos dirigimos a Collado Jermoso. Decisión a la postre más que acertada; el que no estuvo en Jermoso al atardecer no se puede imaginar lo que es aquello.


El teleférico y Peña Remoña, un clásico. Y ya en Fuente Dé, vista de las sendas recorridas,  terminando así un estupendo circuito transcurrido en gran parte por terreno desconocido. Toca ahora dejar de triscar por estas latitudes y reincorporarse a la disciplina del Emirato.