De vuelta a la disciplina del Emirato, corren tiempos de aplatane. El año pasado todavía tenía su gracia por la novedad, se iba uno a descubrir cosas y tal. Este no; entre el calor (que cuando va acompañado de humedad es algo aberrante), los trastornos del Ramadán (que, afortunadamente, ya pasó) y la carga laboral, no apetece más que atecharse y hacer vida hogareña. Ni siquiera piscina, que de día hay que estar loco y de noche es caldo. Por lo demás, pocos cambios se ven por aquí. Obras y más obras. Cambios en el Water Bus, que ahora (y, según dicen las autoridades, para mejorar el servicio) cuesta el cuádruple. Así. Y el hermanito del Cayan Tower, que va creciendo a buen ritmo.