La primera vez que tuvimos constancia del muy respetable tamaño de las sepias de Dhofar fue en el expositor de un restaurante de Muscat. Había estos días cierta expectación ante la posibilidad de toparse con semejante bicharraco en una de estas fabulosas calas, pero lo que no podía uno esperar es sorprender a una pareja en pleno acto sexual. En la foto no se puede apreciar el tamaño, pero sirva decir que la hembra que aquí se ve (sí, lo de la derecha es una hembra) vendría a ser lo que normalmente ve uno como una sepia de buen tamaño. El macho deposita en ella una cápsula seminal por medio de uno de sus tentáculos, y luego se sitúa encima de ella para hacer guardia hasta que pone los huevos. Después de un par de meses, las sepias chiquitajas salen de los huevos totalmente formadas y operativas, asunto que uno tiene también la suerte de haber visto gracias a los correteos intermareales de la mano de la gran Elisa González.